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Invernadero de Thaddeus Kettleburn
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Invernadero de Thaddeus Kettleburn
Se trata de un amplio invernadero que cuenta con la selección más estrafalaria de plantas habidas y por haber. Algunas sólo se encuentran aquí y en el bosque blanco. Se trata de un lugar de gran valor para todo aquel interesado en la Herbología y en las Pociones. Dementores y Boggarts custodian el lugar, pues si osas en realizar el más mínimo desperfecto en la estancia lo deberás pagar. Por el contrario, si dejas todo como está podrás disfrutar de un invernadero espectacular.
Deathly Whims
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Re: Invernadero de Thaddeus Kettleburn
La Herbología nunca había sido lo mío, pero tenía que pasar aquella asignatura fuera como fuese. En Hogwarts era complicado concentrarse. No había muchos lugares (por no decir ninguno) donde una se pudiera sentar a estudiar tranquila sin encontrarse con alguien o algo que hicieran de aquel preciso momento el instante perfecto para distraerte haciendo cualquier otra cosa. Además, todo el mundo sabía lo restringidos que eran los horarios de los invernaderos de Hogwarts. Teniendo uno en la ciudadela, ¿por qué no aprovechar el lugar?
El Invernadero de Kettleburn estaba desierto, el aire olía a viciado y el aroma de las diferentes plantas se mezclaba de tal manera que no estaba demasiado segura de si era agradable o desagradable. Sin embargo, quedé fascinada por su inmensidad y variedad desde que puse el primer pie en él. Tomé uno de los caminos entre las grandiosas plantas hasta llegar a una especie de plazoleta donde al más puro estilo de indio me senté sobre la graba. Los deberes consistían en dibujar cualquier tipo de planta mágica explicando sus cualidades así que elegí aquella que tenía enfrente con unos grandes tirabuzones dorados a modo de hojas. Tras el dibujo, sería sencillo acercarme y copiar la etiqueta colocada junto a la planta en la que se especificaban todas sus cualidades. Decidida, abrí mis pergaminos en busca de uno en blanco cuando uno de ellos cayó entre mis piernas destacando entre el resto. Lo cogí con curiosidad y encontré escritas en él las instrucciones del Ministerio de Magia que había dado para la población de magos y brujas. Asqueada, las releí una vez más. Había perdido la cuenta de cuántas veces en las últimas semanas había leído aquello; practicamente me sabía de memoria las palabras que una tras otra aparecían allí. Con cada nueva frase escrita, mi repulsión aumentaba extendiéndose en un gesto de desagrado por mi rostro. Arrugué el papel malhumorada a mitad de la lectura sintiendo que aquella casualidad entre mis pergaminos había arruinado parte de mi tarde. Después, lancé la bola de pergamino a unos metros de distancia y sacando mi varita una sola palabra salió de mis labios:
- ¡Incendio! -exclamé haciendo trizas el papel con una bonita llamarada. Muerto el perro se acabó la rabia. Destruyendo el documento me aseguraba que no iba a volver a encontrármelo y ponerme de mal humor por su culpa.
El Invernadero de Kettleburn estaba desierto, el aire olía a viciado y el aroma de las diferentes plantas se mezclaba de tal manera que no estaba demasiado segura de si era agradable o desagradable. Sin embargo, quedé fascinada por su inmensidad y variedad desde que puse el primer pie en él. Tomé uno de los caminos entre las grandiosas plantas hasta llegar a una especie de plazoleta donde al más puro estilo de indio me senté sobre la graba. Los deberes consistían en dibujar cualquier tipo de planta mágica explicando sus cualidades así que elegí aquella que tenía enfrente con unos grandes tirabuzones dorados a modo de hojas. Tras el dibujo, sería sencillo acercarme y copiar la etiqueta colocada junto a la planta en la que se especificaban todas sus cualidades. Decidida, abrí mis pergaminos en busca de uno en blanco cuando uno de ellos cayó entre mis piernas destacando entre el resto. Lo cogí con curiosidad y encontré escritas en él las instrucciones del Ministerio de Magia que había dado para la población de magos y brujas. Asqueada, las releí una vez más. Había perdido la cuenta de cuántas veces en las últimas semanas había leído aquello; practicamente me sabía de memoria las palabras que una tras otra aparecían allí. Con cada nueva frase escrita, mi repulsión aumentaba extendiéndose en un gesto de desagrado por mi rostro. Arrugué el papel malhumorada a mitad de la lectura sintiendo que aquella casualidad entre mis pergaminos había arruinado parte de mi tarde. Después, lancé la bola de pergamino a unos metros de distancia y sacando mi varita una sola palabra salió de mis labios:
- ¡Incendio! -exclamé haciendo trizas el papel con una bonita llamarada. Muerto el perro se acabó la rabia. Destruyendo el documento me aseguraba que no iba a volver a encontrármelo y ponerme de mal humor por su culpa.
Invitado
Re: Invernadero de Thaddeus Kettleburn
El invernadero, un lugar mágico y escalofriante. Poco se sabía del Conde y demasiado se hablaba de la Condesa, por ello sonaba casi escalofriante que de verdad en la Academia existiera un lugar que le memorara... Por ello, Gabriel quería investigar aquel lugar, desconociendo qué podría estar buscando pero su instinto le decía que algo habría allí. Hasta ahora poco había encontrado salvo un par de plantas increíbles, a las que había dedicado su tiempo dibujando intentando captar la escalofriante y pacífica aura del lugar.
Caminando con su habitual aire de ninfa inocente, al girar un recodo observa una silueta que en un principio no le resultaba familiar. El problema de ver muertos y vivos, además de interacionar con ellos es que se llegaba un punto que era difícil discernir quién era real y quién no. Se escondió de la chica refugiándose en la esquina, sí era un fantasma detectaría su presencia y al poco vendría a buscarla...
Caminando con su habitual aire de ninfa inocente, al girar un recodo observa una silueta que en un principio no le resultaba familiar. El problema de ver muertos y vivos, además de interacionar con ellos es que se llegaba un punto que era difícil discernir quién era real y quién no. Se escondió de la chica refugiándose en la esquina, sí era un fantasma detectaría su presencia y al poco vendría a buscarla...
Invitado
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