Calle Principal

por **Deathly Whims** Dom Ago 17, 2014 5:14 am

El callejón Knockturn es un sombrío callejón repleto de tiendas dedicadas a las Artes Oscuras. Este callejón está conectado con el Callejón Diagon cerca de Gringotts, y se encuentra en Londres. Hay muchas tiendas, en las cuales algunas venden cabezas reducidas, gigantescas arañas negras vivas, y velas venenosas, así como objetos malditos y muy peligrosos. Eso último en Borgin y Burkes, la tienda más grande del callejón. Entre los vendedores de la calle hay una vieja bruja con una bandeja llena de uñas humanas.

por Invitado Vie Dic 05, 2014 12:28 pm

Vestido con un traje de chaqueta que parece extrañamente maltratado, sale Matthew de Borgin y Burkes con una bolsita bastante mona para lo que lleva en su interior. Evidentemente, la bolsita la había traído de casa y era una de esas de papel que te dan en las tiendas de perfumería muggle, para que al salir de nuevo a Londres no fliparan los muggles con lo que llevaba, que era para flipar, por supuesto Very Happy

.

Lo que llevaba era un objeto que maldecía al que lo encendiera con mala suerte, y tenía un aspecto parecido al de un teléfono muggle. Matthew quería eso para obrar una pequeña venganza contra un antiguo colega de fiestas que, evidentemente, era muggle. Concretamente uno que la noche anterior sí se le llamaba colega pero que hoy ya no lo era, al menos, para Matthew, ¿por qué? Si el destrozado traje de Matthew hablara podría contarlo con todo lujo de detalles.

La noche anterior había estado nada más y nada menos que Las Vegas con su ex-compinche. Habían ido en helicóptero y un poco más y no vuelven. Su amigo se había puesto tan cieguísimo de todo que la había liado con los encargados y los habían echado. Los habían echado de las putas Vegas y Matthew apenas recordaba los detalles, pero sabía que era culpa de su amigo. Por eso, confiando en su intuición, había ido directamente a por una venganza, sin pararse a cambiarse de ropa. Había llegado hacía una hora a su casa, había dejado el helicóptero allí y, sin darle siquiera los buenos días a su mujer, se había ido, con el traje destrozado (por una pelea que recuerda de una manera demasiado pobre) a preparar su venganza.

Y así, era como Matthew había acabado en la puerta de Borgin y Burkes, parado con una bolsita en la mano y encendiéndose un cigarro.

por Invitado Miér Dic 10, 2014 3:34 pm

Me encontraba caminando distraídamente por el callejón Knockturn, un lugar en que no podría decir que estaba "tranquila". Era un mal lugar, muy mal lugar para alguien bromista, pero tenía que asegurarme. Como todos saben, hacerse un poco más conocida puede traer cosas buenas y malas. Regalos positivos y negativos, y a veces algunos con maldiciones extrañas. En este caso, no parecía tratarse de nada grave, pero para asegurarme, me dirigí al callejón knockturn, en donde alguien podría decirme si reconocía el objeto y cómo podría romper esa maldición lo antes posible. Para asegurarme de que no me reconocieran, puesto que se trataba de un lugar de muy mala fama, llevaba una túnica larga y la capucha de la misma cubriéndome la cara. El solo hecho de que me reconocieran en este lugar, pensé, podría ser un problema, y yo no confiaba mucho en estas personas. Fue una suerte que no tardara mucho en encontrar a alguien que reconociera el objeto y que, por algunas monedas, me diera la solución. Al parecer, el mismo había pasado por muchas manos antes. Así, me paré un momento al lado de una tienda y del tipo del cigarrillo al que no le presté atención, solo para darle solución al asunto y destrozarlo luego. Ya no iba a llegarle a nadie más de "sorpresa".

por Invitado Miér Dic 17, 2014 10:24 am

Matthew se deleitaba imaginándose los posibles efectos que aquel objeto podría tener en aquel tipo que se consideraba aún su amigo. Pobre ingenuo. Se imaginaba a ese muggle inútil buscando el modo de solucionar problemas que no tendrían solución no mágica. Y en el caso de que intuyera que era cosa de magia, en el caso de que pensara que era "cosa de magia", pensaría que era un truco de esos que los muggles llaman magia o intentaría que una señora de cabeza decorada por un turbante le quitara la maldición. Pero todos sus intentos serían en vano, al menos hasta que cayera en la cuenta de que el principio de todos sus males era el teléfono móvil que Matthew le habría regalado. Es más, hasta que indagara un poco y descubriera que el inicio de todos sus males era realmente su infinita estupidez y casi matarlos a los dos, sólo arrepintiéndose ante Matthew rompería la maldición.

Su cabeza seguía divagando sobre su venganza, llegando a pensar por un momento (pero sólo por un momento) que igual se pasaba, cuando se paró a su lado una figura cubierta de pies a cabeza, haciendo que le resultara imposible siquiera identificar su sexo. Esa figura tenía algo en las manos, algo que probablemente al, por ahora, vengativo Matthew tal vez le habría interesado. Pero pum, la figura se cargó el objeto.

-Disculpe -se atrevió a decir, a pesar de la fama que tenía la gente que frecuentaba el callejón y de las pintas de aquella figura toda cubierta-, ¿es usted algún experto o, aunque sea, aficionado a las maldiciones? -Le dio una profunda calada al cigarro, expectante.

por Invitado Miér Dic 17, 2014 10:04 pm

Todo estaba perfectamente hasta que alguien me habló. Eso no era parte del plan. Al menos, pude estar segura, no me reconocía, y eso era algo bueno. No significaba un peligro para mí, aunque estuviera preguntando por cosas por las que no debía preguntar, como el regalo que ahora ya no era nada. Por extraño que sonara, porque el sujeto no se veía agresivo ni extraño (aunque no es que con esta cosa puesta pudiera ver mucho, a decir verdad), hubiera preferido que, si tenía que hablar con alguien, fuera con otra persona diferente. No por su traje rotoso ni porque el humo de su cigarrillo que, por haberlo bajado para hablar, ahora se estaba metiendo dentro de mi capucha y me daba ganas de toser, ni siquiera porque hablarle a él o a cualquier otro más de la cuenta me mantenía encerrada en la túnica enorme que, por muy calentita que fuera, no era la cosa más cómoda del mundo; el problema era la voz. Yo no pensaba hablar más de la cuenta en este lugar para que no me reconocieran, y la persona a la que le había hablado anteriormente no me delataría ni se acordaría de mí más que de todas las otras personas con cara cubierta y aura de mala leche del callejón, y aunque se acordara sabía por contactos que no diría nada, puesto que era la forma en que vivía. Este hombre no me daba esa seguridad.

De esta forma, lo primero que él pudo escuchar de mí fueron un par de toses medio controladas. Insegura aún sobre qué decir, pero dispuesta a seguir con mi papel de anónimo con mala leche, negué con la cabeza como respuesta final a su pregunta, insegura sobre si debería de hablar. -No especialmente -Agregué insegura, distorsionando un poco la voz. Y, entre mi inseguridad, el no saber qué decir y las ganas de poder de una vez por todas salir de aquí y quitarme esta capa para poder respirar, noté por el rabillo de mi ojo que no estaba al 100% oculta: un mechón de mi rubio cabello había escapado del moño que lo sostenía lejos de la vista de la gente, y se encontraba ahora a la vista. Lo escondí con rapidez y cuidado al mismo tiempo, para no dejar ver nada más, acompañando la acción con una maldición o insulto dicho por lo bajo, que resultó casi inaudible. Por otra parte y para tranquiliarme, no parecía que muchos hubieran notado el pequeño incidente.

por Invitado Sáb Ene 03, 2015 5:58 pm

Dio una nueva calada al cigarrillo entrecerrando los ojos para mirar al encapuchado de delante que hacía cosas raras. A ver, no es que las hiciera, sino que le parecía que las hacía. Era como que pensaba demasiado las cosas, cosa que a Matthew no le gustaba nada, los impulsos son la fuente de todas las buenas historias, que se lo digan a él. Y su nuevo amigo no sólo le daba muchas vueltas a las cosas, sino que también era callado. Alzó una ceja cuando le negó con la cabeza y abrió la boca, dispuesto a preguntarle con su habitual desparpajo si le había comido la lengua el gato. Un comentario que muchos considerarían insensato tratándose de un encapuchado en un sitio como aquel. Pero ese no fue el motivo por el que no lo dijo, sino porque al fin su encapuchado habló, sorprendiéndole con una voz, aunque distorsionada e irreconocible, de mujer.

-Ya- murmuró, dándole una nueva calada al cigarrillo. Sus sospechas sobre el género de su acompañante se confirmaron cuando detectó el mechón rubio de la, ahora confirmada, encapuchada. Vio como se guardaba rápidamente el mechón y esbozó una media sonrisa. -¿Huyes de alguien, rubia?- Porque claro, en ese callejón era más común encontrarte a gente chunga huyendo de gente aún más chunga que a una jugadora profesional de Quidditch, por eso no alcanzaba a identificarla, porque no se lo imaginaba. Aunque de ver su cara la reconocería rápido, siendo el dueño de los Chudley Cannons conocía a los miembros de los otros equipos, claro.

por Invitado Sáb Ene 03, 2015 10:43 pm

Mantuve mi cabeza baja sin importar qué, sabiendo que eso protegería mi identidad al menos un mínimo. Sin embargo, eso no me impidió sentir su sonrisa u oír su comentario, que no me agradó. Hice, bajo la capucha, una mueca. No me gustaba que me dijeran "rubia", en general, porque tenía un nombre, en este caso, porque no me sonaba bien y no tenía ganas de que anduvieran difundiendo mis características por ahí. Así, otra vez con la voz distorsionada, expresé mi queja. -No me llames así -Contesté con mala leche, sin poder evitarlo. Seguidamente, y para dejarme como una tipa bien chunga, nótese el sarcasmo, me dio un ataque de tos por el humo del cigarrillo del hombre acumulado bajo mi capucha. -Y quita esa cosa de mi cara -Para rematar, le moví la mano con el cigarrillo con mi propia mano, que por suerte no daba demasiada información, con las uñas cortas y sin pintar y algún que otro rasguño sin importancia, producto del roce, que desaparecería rápido. Con la otra mano, igual de poco informativa que la anterior, moví un poco mi capucha hacia los costados, con cuidado de no mostrar nada de más y dejar entrar un poco de aire. Una con estas cosas pesadas y encerradas, y con el humo de cigarrillo acumulándose, termina por asfixiarse.

En ese momento, cuando sentía que el oxígeno empezaba a volver a mis pulmones y a mi cerebro, fue que recordé que no había dado una respuesta a su pregunta, y decidí, aprovechando mi vestimenta y mi aspecto actual, jugar un poco con el anonimato. -Huyo de todos y de nadie al mismo tiempo -Respondí, como siempre con mi falsa voz de anonimato. Lo interesante era que en realidad no era ninguna mentira. No huía de nadie específico, huía de todos, de cualquiera de pudiera reconocerme y lanzar cualquier clase de falso rumor que no hiciera nada bien a mi persona.

por Invitado Dom Ene 04, 2015 10:32 am

-¿Acaso no eres rubia?- dijo, después de soltar una breve risa ronca a causa de la mala leche de la rubia. -Tal vez eres teñida, ¿no? No hay quién te entienda entonces, te tiñes de rubia y luego te ofendes- Negó con la cabeza dibujando una media sonrisa mientras daba una nueva calada al cigarrillo. Él no sabía si era teñida o no, y tampoco es que fuera a indagar mucho en ello. Resopló cuando la rubia le apartó la mano que sujetaba el cigarrillo. -Ooooye- habló en un tono tranquilo, sonriendo, al tiempo que con su mano libre, con la bolsa de papel enganchada en la muñeca, tomaba con suavidad la muñeca de la mano que le había movido la suya. -Se mira pero no se toca. Sin mi permiso, claro- guiñó un ojo al tiempo que apretaba la muñeca, lo justo para no hacerle daño, solo hacer que notara su mano. Luego la soltó, tan suavemente como la había cogido.

-Muy interesante- dio una nueva calada, echando el humo lo más cerca de la cara de la encapuchada que podía. -, rubia- tiró el cigarrillo ya consumido al suelo y lo pisó. Tal vez era algo insensato hablarle así a un encapuchado en aquel sitio. Pero Matthew estaba muy seguro de sus fuerzas y, además, si la encapuchada no quería ser vista y le atacaba, era tan sencillo como quitarle la capucha y hacerla huir. Aunque, si que le picaba un poco la curiosidad, ¿por qué tenía que esconderse de todos y de nadie?-¿Negocios turbios? Aquí no tienes que esconderte de nadie por ello.

por Invitado Dom Ene 04, 2015 7:01 pm

Estuve a punto de pegarme un bonito palmface en toda la cara al escucharle decirme así. Si pensaba que ir describiendo y dando información de una persona a quien tomas como prófuga o como alguien chungo que está intentando escapar de alguien más chungo, no me parecía muy inteligente. -Soy rubia natural, traje de vagabundo -Ya que nos queríamos hacer los simpáticos... Bueno, a esto podíamos jugar los dos ¿no? Me alejé un paso del hombre apenas soltó mi mano, para evitar aquel humo. Sin embargo, tenía una extraña sensación sobre aquel sujeto. Su voz me sonaba ligeramente conocida, pero estaba segura de que no había mantenido ninguna charla tendida con él, no le conocía tanto. Además, el cigarrillo y su traje, que parecía recién salido de la boca de un león, pegaban con el lugar, pero no así la suavidad con la que había movido mi mano.

Al sentir el humo entrar de nuevo en la capucha y ver su mano prácticamente apuntándome, decidí tomarme una pequeña venganza. Sostuve con una mano la capucha hasta la altura de la boca y tapé con la otra la parte de abajo, cubriéndome la barbilla y en una falsa simulación de taparme la boca, cuando levanté la cabeza de repente, tosiéndole directamente en la cara. - Anda, qué cosas -Volví a bajar la mirada y a cubrirme rápidamente. Cuando vine aquí, me esperaba encontrarme con gente diferente, a decir verdad. Esperaba gente tenebrosa, malvada o que diera miedo. Este chico resultaba más bien irritante y algo creído. No creía, por su actitud, que fuera a ser alguien que fuera a hacerme daño. Y todavía tenía a mi favor mi identidad oculta.

-Básicamente de eso se trata el callejón -Respondí, confiada. Sabía la idea básica del lugar: Cosas ilegales, gente chunga y más sobre eso, todo en un mismo lugar, con anonimato garantizado. Solo que yo no confiaba lo suficiente en estas personas como para saber que esto último se iba a cumplir. No di más información que ese comentario al hombre, decidiendo que ahora sería mi turno de investigar sobre él, lo que no parecía tan difícil como a él mismo le tocaba conmigo. -¿Qué te trae a ti a este lugar? -Pregunté, con la misma voz distorsionada que llevaba usando desde hacia rato. -¿Buscando algo especial?

por Invitado Vie Feb 06, 2015 8:43 am

-¿Entonces el problema es que no te gusta ser rubia?- porque sí, Matthew era un capullo, y estaba empeñado en que la chica se molestaba por el hecho de ser rubia, no porque él se lo recordara a su estilo. Así que él iba divagando sobre por qué la rubia no quería que la llamara rubia cuando ésta decidió toserle en la cara. Matthew puso la mejor cara de asco que podía permitirse, cambiando durante unos segundos su constante cara de engreído e hizo como si se apartara la tos de la cara.

-Aparta tus gérmenes de mi cara si no quieres que aparte tu cabeza de tus hombros -arrastró las palabras manteniendo ahora una cara de desprecio y se llevó las manos a los bolsillos, retomando el tema de antes-. Si no quieres que te llame rubia aunque lo seas, ¿cómo quieres que te llame, chica misteriosa? -Al tiempo que hablaba sacaba su mano derecha del bolsillo y la llevaba con una suavidad incluso dulce a la altura de la barbilla de la chica, levantando la cabeza de ésta como si buscara sus ojos y esbozando una sonrisa divertida.

-Tenía que comprar un regalo -dijo, y alzó la mano izquierda, en la que tenía enganchada la bolsa de papel de perfume muggle con el aparatito maldito dentro. Ideal para vengarse del pringado de su amigo que casi consigue que los maten esa noche. -Por cierto, es probable que este traje cueste más que la casa en la que se criaran tus padres- evidentemente era una exageración, y él no sabía donde se había criado los padres de la rubia, pero quería recalcar que no era un traje de vagabundo, sino de estos que se ven menos que los billetes de 500.

por Invitado Vie Mar 06, 2015 1:43 am

-Me encanta ser rubia-Respondí casi al instante, como reflejo. No era la primera ni la última vez que recibiría un comentario de ese tipo. Era sorprendente la cantidad de personas con prejuicios contra las rubias, o a los que simplemente les gustaba molestarnos. El chiste, con el pasar del tiempo, había perdido su gracia y su sentido. -¿A ti te gusta pasar tus trajes por la boca de un león para que los mastique, babosee, digiera, y regurgite antes de ponértelos-¿Esto trataba de molestar, no? Porque estaba segura de que ambos sabíamos cómo hacerlo.

La rapidez de cambio entre su respuesta a mis gérmenes y su pregunta me desconcetó, pero me dió la oportunidad de dejar, de momento, de lado el tema. Ya lo retomaría de forma práctica si es que el sujeto se lo ganaba de nuevo. Por ahora había servido para que aprendiera a no tirarme el humo a la cara. -Chica misteriosa me gusta-Me lo pensé mejor-O Misty, si lo prefieres.

Asentí al ver la bolsa después de sus palabras, preguntándome qué llevaría, pero sabiendo que, por el lugar en el que estábamos, me arrepentiría si lo preguntaba. Las cosas volvieron a perder su tranquilidad al llegar su comentario sobre su traje y la vivienda de mis padres. Nadie se metía con mis padres, y se lo hice saber contestando en un tono mordaz que tal vez salió más a mi voz de lo que hubiera deseado.-Tú no sabes nada mis padres. Mantén tu bocota cerrada. -Lo que fue, más que nada, en defensa de mi padre. Cualquiera con dos dedos de frente sabría que esa frase no tendría sentido si habláramos de mi madre.

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