Planta Baja

-Bueno, hay muchos viejos verdes por el mundo -Le respondo a lo del jefe, con culpabilidad. Sopeso la posibilidad de lo del jefe de nuevo. No me ha dicho aún que no sea su padre... Que resulta no ser, vale. No, la respuesta es un poquitito más aburrida que eso, pero aún así me sorprende. Me sorprende por la naturaleza del hecho, y tengo que recordarme que no es la primera vez que me pasa. Como cuando me acerqué a aquella compañera de instituto, o cuando le presenté a Jude a esa otra niña que conocí en el último mundial de Quidditch. Podría haber sido peor, de todas formas, pero ya saben mis allegados que nunca deben de pedirme que les haga de cupido. Tengo alguna especie de sentido especial para confundirme en esa clase de cosas. Por esto no me les acerco con otras intenciones a las chicas fuera de los lugares indicados.

Otra cosa que me sorprende, aunque no tanto como lo anterior, es la forma en que lo dice. Tengo, otra vez, que recordarme que no todos han tenido mi suerte. No todos han caído en una familia que ya se acostumbró a nosotros, que nos ven de la misma forma que a todos, y no todos tienen una madre de miedo como la mía, o un padre que vende y entrena, además de conejitos, a animales de miedo, y que, aunque no los use de arma, sabe asustar a las personas con ellos lo suficiente. No todos son tan afortunados, algunos tienen que pelearla un poco más. Así, sin saber cómo diablos sonar comprensiva pero recordándome que debía hacerlo, respondí: -Somos dos.

Cuando me pregunta si me fue difícil, no sé qué responderle. Una de las cosas que más odio es tener que hablar de esto de esta manera, o de cualquier cosa que pueda sugerir que haya sufrido en el pasado, pero no por hacerme la dura, la realidad es que lo que más odiaría es terminar haciéndome la víctima o sonar como si lo hiciera. No soy una "víctima", no he tenido las experiencias más traumáticas ni una vida dura. Sentiría que le miento a los demás si dijera lo contrario, porque, sí, las personas pueden ser muy crueles, y sí, muchas personas pueden no entender, o temer a lo que no conocen y reaccionar mal, pero esto no es algo nuevo, y yo no he sufrido lo suficiente como para maximizarlo de esa forma. Yo no soy mi tío, yo nunca he estado sola. Nunca tuve que enfrentarme a nada sola, no tuve problemas para conseguir un trabajo, no he luchado ninguna guerra y no me he enfrentado a la muerte. No me siento en derecho de decir que me ha sido muy difícil. Soy consciente de que no todos tienen la misma suerte, pero yo no creo haber sufrido más que cualquier chico muy alto o muy bajo, demasiado blanco o negro, con los dientes muy grandes, con aspecto de "nerd" o con cualquier cosa que cualquier idiota considerase digna de burla. No soy diferente a ellos, salvo en que gracias a el apoyo de mis hermanas, mis padres y mis amigos, puede habérseme hecho más fácil. Mi sexualidad es exactamente lo que para todos ellos deberían de ser sus "defectos", solo una característica más. Con esto en mente, me encojo de hombros ante los ojos de Rain y decido responder de la forma más sincera que se me ocurre. -Mis papás me ayudaron mucho, y mis hermanas. -Tuerzo un poco el gesto al recordar que a mi hermana también le había tocado. Siempre está el idiota que se cree que porque a una le gusten las chicas y tenga una hermana gemela va a querer ir en cochinadas incestuosas. Puaj.

Niego ante su pregunta  -Descuida, soy jugadora de Quiddtich, pocas cosas de mi vida son privadas. Y no es nada personal, somos una familia bastante unida. -Río ante el segundo cojinazo para el chico y su cara de dolor. Parece que no soy la única despistada aquí.

Después de una charla un tanto rara en la que me pregunta sobre esos traumas de niñez que no tengo, pasamos a un tema más cómodo y común: El trabajo. Y no lo digo solo porque el mío mole. Dejo pasar el comentario de su ignorancia sobre el quidditch, quitándole importancia al tema. Si ella no sabe nada de quidd y se junta conmigo, creo que es de obviar que no tardará mucho en aprender. Mi madre tampoco parecía muy adepta a ese deporte y a mí padre no le disgustaba, pero le daba un poco lo mismo; sin embargo, ambos, después de que me hubiera encantado yo en la escuela y pasara a las ligas profesionales de mayor, aprendieron, bastante.

Era consciente del tiempo que llevaba ser auror: Mi madre lo era. Sin embargo, sé también que si se quería conseguir el tiempo para ver algo de quidditch, se podía. El problema con Rain era que, al parecer, no tenía ningún motivo para hacer eso. Mi madre en cambio, con eso de ser su hija, tenía más motivos, y la ayuda de mi padre y hermanas (o la que pudiera estar presente) grabando los partidos que no llegaba a ver. -En las harpías de holyhead. Una de las del bate. -Por si no sabía cómo se llamaban los distintos puestos.

La miré muy sorprendida cuando preguntó si era uno de los puestos más arriesgados. Entendía que alguien no tuviera un especial gusto por el quidditch o por el deporte, pero suponía que, en general, todos los magos estaban enterados de la dinámica básica, de la misma forma en que todos los muggles saben que en el fútbol gana el que más goles mete en el arco contrario, aunque no sepan en específico información sobre cada puesto. Esto solo podía decirme una cosa: Rain estaba aislada, muy muy aislada del mundo, o al menos del mundo mágico. Y probablemente fuera yo quien terminara acercándola al mundo, se me daba bien  socializar... La mayoría del tiempo. Luego la invitaría a alguna o algunas fiestas, le presentaría amigos y, sobre todo, la tendría que poner al corriente de las costumbres del mundo mágico, y quidditch, mucho quidditch Y este podía ser un buen momento para comenzar, empezando por las bases del quidditch. -Bueno, de alguna forma todos son peligrosos, por las alturas a las que se vuela y las bludgers. En realidad, mi tarea es que sea menos peligroso para mi equipo, interceptando las bludgers y tirándoselas al otro. -Aunque esto último podía no sonar tan bien. Seguidamente, me entretuve un rato explicándole la dinámica del juego, empezando por las pelotas, los jugadores ya llamados por su nombre (golpeadores, cazadores,...), lo que cada uno debía de hacer, los valores de las anotaciones y de la snitch, las jugadas existentes, y al final hablándole de los equipos más conocidos, poniendo énfasis en el mío, y terminando por hablarle de los jugadores que en el tiempo que llevaba trabajando de esto había tenido el gusto o disgusto de conocer. Mi gusto por este deporte en especial había quedado bastante claro, y creo que ella se había podido quitar bastantes charlas con todo lo que le dije, y se había enterado de otras cosas de las que no se preguntaba también. Otra cosa más que cabe destacar de esta conversación es que, aunque no sabía si a Rain le interesaba o no lo que estaba explicando, al no ver ninguna situación que le pudiera insinuar nada y quedar totalmente aislado de la conversación, su "aprendiz" no interrumpió ni una sola vez, lo que se podía considerar de lo más beneficioso.

Mientras sentía los últimos efectos curativos de la poción, que terminaba de curarme, la escuché prometer que iría a ver partidos, y de lo interesante que le parecía el deporte ahora, y sonreí. -Puedo conseguirte entradas, si quieres, en buenos lugares. -Ofrecí, pensando en que podría llevarla a ver a mi equipo, o bien podríamos ver a otro, pero conmigo acompañándole. Normalmente no me ofrecería a algo así a una desconocida, pero ya me había propuesto tomarla de aprendiz para la hora de socializar, y para esto necesitaba mantenerla cerca. No iba a negar que me agradaba, además, y que me parecía una chica muy guapa, aunque como el idiota del fondo insinuara algo al respecto iba a recibir una colleja de las sanas; pero ahora mi intención era otra: Rain se iba a integrar, iba a conocer gente maja e iba a conocer todo sobre el quidditch... Por motivos educativos, por supuesto

Como ya me sentía mejor, decidí que era hora de irme, por lo que estaba por despedirme cuando ella me dijo que también deberían irse. Salimos del lugar los tres juntos, nosotras ignorando al chico, y tras despedirme y pedirle una dirección para poder mantenernos en contacto por medio de cartas, nos fuimos cada uno por su lado. Yo a casa, Rain, a saber a donde, y el idiota, detrás suyo como siempre.