Mels Drive-In: Batidos Efervescentes

por **Deathly Whims** Miér Ago 13, 2014 2:13 pm

Fundada por un par de extraños Magos Norteamericanos, esta curiosa tienda cuenta con una selección de batidos de la misma gama de las Grageas de Todos los Sabores, además, podrás elegir entre la gama especial de batidos que se escapan por tus orejas y nariz. Estos creadores no se responsabilizan por mareos o pérdidas de memoria luego de su injerencia, pero si de su particular diversión. Además, cuentan con gigantes hamburguesas de carne de dragón fermentada, y meigas fritas saladas para acompañar. Sus curiosas mesas a las afueras de la tienda, son extraños carros voladores de colores brillantes que te aseguran una comida fuera de serie.

por Invitado Jue Mar 12, 2015 9:57 pm

Nyall Bellionet no era un tipo de costumbres. No solía tomar las comidas a una hora indicada, tampoco tenía camisetas favoritas, o lugares predilectos a donde ir. Aquello era un, valga la redundancia, hábito que le había dejado la Selva; todos esos años lejos de la civilización, sin ser nadie en realidad, sin tener idea si en la próxima hora alguno fe sus vecinos había despertado con más apetito de lo normal. No había en aquel hombre un solo vestigio de rutina, a no ser la cita mensual que debía cumplir en el Ministerio, si quería seguir permaneciendo invisible en la sociedad y por sobre todas las cosas, si no quería tener un auror pegado a las espaldas a donde quiera que su "desrutina" lo llevase, pues los Conservadores tenían excelentes formas de mantener a su población "Lobuna" controlada... Pero aquí todos éramos iguales . Y aunque se había visto tentado a no acudir, teniendo en cuenta los recientes acontecimientos, allí estaba, saliendo de su agradable cita con aquel desabrido funcionario que parecía más asustado de sufrir un infarto cada vez que abría la boca, más que él de no pasar sus ridiculas preguntas (¿Quién en su sano juicio va a contestar que sí ha estado cazando muggles para cenar? Un poco de perspicacia por favor ) y acudiendo después al acostumbrado lugar post-cita: Por un Batido de Gragea de Filete Crudo, como una cruel ironía al sistema "democrático" que le acababa de colocar un número de control en el dorso de la mano, cual ganado requisado. Números de tinta verdosa que observa mientras da unos sorbos del batido, apostillado contra la pared de la entrda, su estoico rostro desprovisto de expresión, a excepción de la curiosa ceja que se alza, cientificamente interesada en como podían volverse más salvajes los más poderosos.

por Invitado Dom Mar 15, 2015 12:49 pm

No se trataba ella de una persona que se rigiera a rajatabla por aquello que demandaba su profesión. No comida chatarra, no bebidas alcohólicas, no drogas.. Bueno, de eso último sí era cierto que en la vida de Ursula no había de ninguna manera porque no estaba de acuerdo (no era suficientemente inepta como para destruirse a sí misma y su carrera profesional), pero lo otro sí existía en su dieta, aunque por supuesto con moderación. Las dietas y rutinas estrictas eran a su modo de ver para aquellas personas que carecían de autocrítica y voluntad tal como para poder hacerse cargo de lo que comen o hacen. ¿Quieres comer comida chatarra eternamente en tu vida para disfrutar del placer de un par de segundos de mantener la comida en tu boca? Pues luego uno no podía quejarse de los problemas de salud, mucho más importante que los dilemas posteriores de figura. Así pues, Ursula comía lo que quería con raciocinio, y aquella era una de las veces en las que era consciente de que iba a salirse un poco de su pensamiento, pero todo tenía un propósito y a su vez, sabía que en su vida no habían realmente excesos de aquel tipo.

La rubia llevaba aquella noche dando vueltas por la zona observando el ambiente y lo que la rodeaba. Por el momento, había pasado de comer, pero ya le picaría el hambre y tendría que inspeccionar también las opciones de comida. Aquellos primos que rondaban su edad y ella habían arreglado algo con intenciones de desestructurar un poco a Pamela en algún día que todos pudieran tomarse libre de sus respectivas obligaciones. Recalquemos algo: hablábamos de una reunión de semejante grupo de primos pertenecientes a semejante familia, y por lo tanto la palabra "desestructurar" tenía tmabién sus grandes limitaciones. Básicamente, quería ver ella, o Neil más que cualquiera de los otros, qué sacaba la histérica de la morena de todo aquello. Y por eso se habían dividido respecto a los lugares que pudieran visitar. Ursula echaba un ojo a Mels Drive-In, Batidos Efervescentes.

Con los vaqueros que dejaban evidenciada la falta de carne de la cazadora y el cabello suelto, impropio de una deportista en su ámbito natural, la veinteañera ingresó en la estancia con la varita en mano, haciéndola girar entre los dedos con extrañas figuras y la mano opuesta en el bolsillo, oculta por la caída de su camiseta despreocupada y el abrigo que se había echado sobre el hombro que quedaba a medio descubrir por la física de la camiseta. Menos mal que dentor no hacía tal frío y que el abrigo que se había echado era suficiente como para cubrir la fina tela que estaba sobre el torso de la jugadora de metro-casi-ochenta y dos, que esquiva con una maniobra desinteresada un charco de vaya uno a saber qué cosa que se encuentra en el suelo a mitad de su camino. Comienza a buscar con la mirada a alguien que pudiera estar encargado del lugar y con la ceja alzada se da cuenta de que nadie aparece, y por lo visto, lleva el charco allí una buena cantidad de tiempo. No tarda en apuntar con su varita a la mancha y hacerla desaparecer al instante. Si es que tiene que llegar ella para que las cosas tengan mínimamente una condición aceptable. Menos mal que la idea de la reunión era orientada a Pamela y no a Zaphire.

por Invitado Lun Mar 16, 2015 8:48 pm

Hubo una época, en la que para él, la sociedad donde se suponía debía estar, había resultado tan incomprensible que nada había podido mantenerlo en ella; desde luego, la sociedad a la que el jóven Nyall había tenido que enfrentarse era un juego de tronos e intrigas insoportable para todo aquel al que le quedara una pizca de humanidad, la cual, lastimosamente, el poseía en demasía como para ser un Du Florant, un Du Florant además defectuoso, con el gen maltrecho y bestial de los Bellionet. La oscura maldición que lo había arrojado a lo más profundo del foso sin si quiera dársela una sola oportunidad. Sin embargo, la licantropía había sido finalmente su salvación, concediéndole la oportunidad de huir a un mundo donde la humanidad se basaba en la supervivencia, y donde las apariencias poco importaban, pues era un lugar donde la noche yacía perenne, donde ejemplares como Fenrir Greyback eran solo uno más del montón y donde había aprendido a reconciliarse con el monstruo que había nacido con él. ¿Había en algún momento dejado de ser humano? ¿había en algún momento dejado de ser Du Florant?. Era una pregunta que se hacía diariamente, especialmente, cuando se veía obligado a tensar los músculos del cuello y la mandíbula cuando podía percibir el provocativo olor de alguna damisela cercana, cuando podía percibir la diferencia entre una castaña, una morena y una... rubia, sin tener que detenerse a pensar. Y había sido una rubia la que involuntariamente le había hecho girar la cabeza en dirección a la puerta, sus ojos habían seguido un momento sus movimientos, calculando por un segundo la distancia que le tomaría llegar hasta su posición, el poco trabajo que le costaría encontrar el punto débil...

La complicada culpa le había hecho parpadear entonces, haciéndole recordar que era precisamente al descubrir como sin querer, su lado humano había estado a punto de quedar a atrás, irónicamente, como Arsene Du Florant siempre había deseado, que había decidido reconciliarse con la vida, o por lo menos hacer el intento, a pesar de que, se sabía, tenía un pie puesto más en el más allá que en este; ya que aquella vida no solo le había acercado demasiado a los sentidos primarios, sino a la emociones primarias. Se había convertido en un maestro de la muerte, pues en la Selva Negra, la muerte era la especialidad. La Nigromancia en su sentido más primitivo se mezclaba con todas las manifestaciones de vida que pudiesen existir, y aquello solo había acrecentado su maldición, pues sí algo tenía la Nigromancia era capacidad de hacerte entonces, percibir la vida en todas las variantes posibles, pues su objetivo era apropiarse de ella. Atormentado, se había vuelto un experto en todo aquello de lo que, lo había llevado al aislamiento. Atormentado el muchacho que había ido a la selva a buscar la vida, había regresado a la vacía sociedad, aún más sediento de ella que antes. Pero, ¿había sido lo correcto regresar?, otra pregunta diaria.

Sus ojos color violeta se habían quedado prendados de la muchacha, observando el vaivén de su pecho, como efecto tranquilizante. La simpleza de sus sentidos. Como no le costaba en absoluto moverse, y respirar, y aquella repentina tranquilidad, le había hecho reconocerla entonces. Su memoria fotográfica había cobrado vida alejándose de los sentidos primarios. Era jugadora, la había visto más de una vez. Delgadas piernas y llamativa cabellera. Alumna de la Academia también, aunque estaba seguro que no se su materia, ¿para que diablos seguían matriculándose en su materia, por qué si sus vidas eran tan sencillas, querían complicarsélas, acercándose a la muerte?. Consiguió por fin pasar los instintos a segundo plano, lo que le había hecho sonreír enigmáticamente, y mandíbula relajada, había salido de su estoicismo, antes de que más preguntas capciosas le atormentaran la mente.

- Si sigues haciendo girar esa varita de ese modo, vas a hacer volar este sitio. - dice limpiamente, a la impaciente rubia. - Desde afuera será un espectáculo bastante colorido, aunque si estas buscando trabajo en la parte de limpieza, no te recomendaría eso para la entrevista. - agrega, sin embargo, girándose hacía la barra para apoyarse, con la misma tranquilidad que tendría el dueño del local al observar una desastrosa candidata para mesera.

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