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Crossfire [Alazne Crowe]
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Crossfire [Alazne Crowe]
Una única falla en la operación sería algo terrible.
Principalmente porque estaban en el Londres muggle y si no se cuidaban, podría haber un montón de bajas y daños colaterales que la Oficina no deseaba, si bien a Lucien eso no le importaba demasiado. No porque fuese purista o algo así (cosa que no lo era), simplemente porque para él pocas cosas eran más importantes que realizar bien su trabajo, incluso las vidas de los que se interponían en su tarea.
Pero sabía que debía ser cuidadoso y en sus años como Amet jamás tuvo daños colaterales importantes, y no pensaba romper esa racha ahora mismo. Estaba con dos compañeros del Departamento que habían comenzado en el equipo de seguridad como Aurores. Lucien no los consideraba Amets si bien el nuevo decreto ministerial unía ambas oficinas. Su pensamiento seguía teniendo el estúpido resabio de que las "Artes Oscuras" eran naturalmente malignas.
No lo eran. El como se las utilizaba era lo peligroso.
Y ese era uno de los casos que debían resolver ese día. Según las investigaciones, en un barrio cercano a Trafalgar Square, un mago tenebroso había comenzado a causar estragos a través del uso de las Artes Oscuras para hacer que los muggles muriesen de forma sospechosa y repentina. Se trataba de un purista conocido como Alester McGowan.
Cuando llegaron a la calle donde se suponía que estaba su vivienda, Lucien utilizó su habilidad de barrera mágica para escudar su mente y la de sus compañeros contra toda clase de magia psíquica que el otro quisiese conjurar, según el perfil del hombre era muy aficionado a los trucos mentales. El lugar estaba extrañamente silencioso, no había gente en las aceras y las farolas parecían brillar con baja luminosidad. El oscuro firmamento nocturno estaba teñido de púrpura por la fuerte presencia de nubosidad que bloqueaba la luz de la Luna y las estrellas.
- Tengan cuidado y no se confíen. - mencionó Lucien a sus compañeros - Estoy seguro de que McGowan tenía conocimiento del operativo para capturarlo, de alguna manera...
- ¿Cómo pudo hacerlo? - preguntó uno de ellos.
El otro rodó los ojos:
- Las Artes Oscuras les dan el poder de saber incluso lo que está oculto para todos. Corre con una ventaja desigual.
Lucien apretó la mandíbula... ¿Qué clase de estúpido podía pensar algo así? Las Artes Experimentales no eran milagro. Alguien, un traidor o un espía, tuvo que informarle a McGowan... Porque Lucien sentía algo raro en el ambiente, una magia enrarecida que, estaba seguro, los hubiera vuelto locos si no hubiesen estado protegidos por su barrera mental.
- La explcación sería mucho más simple, pero ya cállense.
Siguieron caminando por la semipenumbra de esa zona de la ciudad... Hasta que Lucien sintió un grito ahogado a su lado, dio media vuelta y se dio cuenta que uno de sus compañeros estaba tendido sobre el suelo, indudablemente aturdido por algún hechizo.
Se dio media vuelta justo a tiempo para conjurar un Protego que lo escudó de otro disparo mágico. A pocos metros más allá de ellos se encontraba McGowan, un hombre delgado, en una túnica negra, con cabello castaño enmarañado y una barba candado. Esbozó una sonrisa llena de dientes amarillentos.
- ¡Una resistencia interesante a mi hechizo de locura! Sin embargo, lo que él no ha logrado, lo haré yo.
- Baja la varita, estás arrestado, Alester McGowan, por la utilización indebida de hechizos experimentales, para dañar a personas no mágicas.
- ¡Scindo Indolentum! - conjuró el enemigo y un haz de luz violáceo salió de su varita, Lucien lo esquivó con un ágil movimiento a un costado y terminó estrellándose inofensivamente contra un poste de luz.
- Impedimenta. - respondió Lucien evitando que el hombre volviese a conjurar un hechizo, entonces el compañero del Amet atacó al objetivo con un Desmaius. McGowan lo esquivó a duras penas y luego soltó un gruñido de frustración, dándose cuenta que dos Amets quizá fuera demasiado, dio media vuelta y echó a correr por la calle con rapidez. Lucien miró a su compañero y luego al que estaba desmayado:
- ¡Desaparécete con él y llévalo a un lugar seguro! - ordenó.
- ¿Estás loco? ¿Y McGowan?
- Yo me encargaré de él.
- Thorn, no puedes...
- ¡Si puedo! - odiaba que dudasen de su capacidad y cuanto más discutiesen, más se alejaría la presa. - Ahora, Johnston, más vale que te vayas y pongas a salvo a Müller o me encargaré de insistir hasta que termines confinado en un escritorio haciendo papeleo durante toda tu miserable vida.
El hombre asintió y tomando al inconsciente de los brazos desapareció con él. Lucien se puso a correr en la dirección en la que se había ido Alester... ¿Por qué no había desaparecido cuando tuvo la oportunidad? Probablemente porque quisiese mantener el hechizo de locura en la calle, si se alejaba demasiado, éste desaparecería. Eso significaba que el hombre estaba aún cerca. Mantuvo la varita en alto, frunciendo el entrecejo, ¿dónde estaría?
Entonces a sus espaldas escuchó:
- ¡Everte Statum!
El hechizo dio de lleno en su espalda y Lucien salió despedido hacia adelante, varios metros y aterrizó muy duro sobre el suelo de piedra. Reconocía el lugar al que había ido a parar... Con las fuentes y la Columna de Nelson, la Trafalgar Square era claramente reconocible. Se había golpeado muy duro en el pecho y se había mordido el labio al punto que le sangraba. Se incorporó como pudo. Al menos no sentía el aire del hechizo de locura, de modo que se habían alejado de la zona de influencia que había establecido McGowan. No había gente en el lugar, exceptuando por una pareja que estaba sentada cerca de una fuente y cuando los vio llegar a él y a su enemigo se quedaron quietos. Lucien miró a los presentes:
- ¡Vayánse de aquí! - ordenó mientras evitaba un nuevo ataque de Alester. Los muggles no lo pensaron demasiado y echaron a correr también. McGowan los tomó como sus nuevos objetivos y les disparó un hechizo que Lucien logró desviar conjurando uno que se interpuso en su camino.
- Métete con alguien de tu tamaño.
El mago oscuro volvió a poner una sonrisa desagradable y se puso en guardia para confrontarlo.
Principalmente porque estaban en el Londres muggle y si no se cuidaban, podría haber un montón de bajas y daños colaterales que la Oficina no deseaba, si bien a Lucien eso no le importaba demasiado. No porque fuese purista o algo así (cosa que no lo era), simplemente porque para él pocas cosas eran más importantes que realizar bien su trabajo, incluso las vidas de los que se interponían en su tarea.
Pero sabía que debía ser cuidadoso y en sus años como Amet jamás tuvo daños colaterales importantes, y no pensaba romper esa racha ahora mismo. Estaba con dos compañeros del Departamento que habían comenzado en el equipo de seguridad como Aurores. Lucien no los consideraba Amets si bien el nuevo decreto ministerial unía ambas oficinas. Su pensamiento seguía teniendo el estúpido resabio de que las "Artes Oscuras" eran naturalmente malignas.
No lo eran. El como se las utilizaba era lo peligroso.
Y ese era uno de los casos que debían resolver ese día. Según las investigaciones, en un barrio cercano a Trafalgar Square, un mago tenebroso había comenzado a causar estragos a través del uso de las Artes Oscuras para hacer que los muggles muriesen de forma sospechosa y repentina. Se trataba de un purista conocido como Alester McGowan.
Cuando llegaron a la calle donde se suponía que estaba su vivienda, Lucien utilizó su habilidad de barrera mágica para escudar su mente y la de sus compañeros contra toda clase de magia psíquica que el otro quisiese conjurar, según el perfil del hombre era muy aficionado a los trucos mentales. El lugar estaba extrañamente silencioso, no había gente en las aceras y las farolas parecían brillar con baja luminosidad. El oscuro firmamento nocturno estaba teñido de púrpura por la fuerte presencia de nubosidad que bloqueaba la luz de la Luna y las estrellas.
- Tengan cuidado y no se confíen. - mencionó Lucien a sus compañeros - Estoy seguro de que McGowan tenía conocimiento del operativo para capturarlo, de alguna manera...
- ¿Cómo pudo hacerlo? - preguntó uno de ellos.
El otro rodó los ojos:
- Las Artes Oscuras les dan el poder de saber incluso lo que está oculto para todos. Corre con una ventaja desigual.
Lucien apretó la mandíbula... ¿Qué clase de estúpido podía pensar algo así? Las Artes Experimentales no eran milagro. Alguien, un traidor o un espía, tuvo que informarle a McGowan... Porque Lucien sentía algo raro en el ambiente, una magia enrarecida que, estaba seguro, los hubiera vuelto locos si no hubiesen estado protegidos por su barrera mental.
- La explcación sería mucho más simple, pero ya cállense.
Siguieron caminando por la semipenumbra de esa zona de la ciudad... Hasta que Lucien sintió un grito ahogado a su lado, dio media vuelta y se dio cuenta que uno de sus compañeros estaba tendido sobre el suelo, indudablemente aturdido por algún hechizo.
Se dio media vuelta justo a tiempo para conjurar un Protego que lo escudó de otro disparo mágico. A pocos metros más allá de ellos se encontraba McGowan, un hombre delgado, en una túnica negra, con cabello castaño enmarañado y una barba candado. Esbozó una sonrisa llena de dientes amarillentos.
- ¡Una resistencia interesante a mi hechizo de locura! Sin embargo, lo que él no ha logrado, lo haré yo.
- Baja la varita, estás arrestado, Alester McGowan, por la utilización indebida de hechizos experimentales, para dañar a personas no mágicas.
- ¡Scindo Indolentum! - conjuró el enemigo y un haz de luz violáceo salió de su varita, Lucien lo esquivó con un ágil movimiento a un costado y terminó estrellándose inofensivamente contra un poste de luz.
- Impedimenta. - respondió Lucien evitando que el hombre volviese a conjurar un hechizo, entonces el compañero del Amet atacó al objetivo con un Desmaius. McGowan lo esquivó a duras penas y luego soltó un gruñido de frustración, dándose cuenta que dos Amets quizá fuera demasiado, dio media vuelta y echó a correr por la calle con rapidez. Lucien miró a su compañero y luego al que estaba desmayado:
- ¡Desaparécete con él y llévalo a un lugar seguro! - ordenó.
- ¿Estás loco? ¿Y McGowan?
- Yo me encargaré de él.
- Thorn, no puedes...
- ¡Si puedo! - odiaba que dudasen de su capacidad y cuanto más discutiesen, más se alejaría la presa. - Ahora, Johnston, más vale que te vayas y pongas a salvo a Müller o me encargaré de insistir hasta que termines confinado en un escritorio haciendo papeleo durante toda tu miserable vida.
El hombre asintió y tomando al inconsciente de los brazos desapareció con él. Lucien se puso a correr en la dirección en la que se había ido Alester... ¿Por qué no había desaparecido cuando tuvo la oportunidad? Probablemente porque quisiese mantener el hechizo de locura en la calle, si se alejaba demasiado, éste desaparecería. Eso significaba que el hombre estaba aún cerca. Mantuvo la varita en alto, frunciendo el entrecejo, ¿dónde estaría?
Entonces a sus espaldas escuchó:
- ¡Everte Statum!
El hechizo dio de lleno en su espalda y Lucien salió despedido hacia adelante, varios metros y aterrizó muy duro sobre el suelo de piedra. Reconocía el lugar al que había ido a parar... Con las fuentes y la Columna de Nelson, la Trafalgar Square era claramente reconocible. Se había golpeado muy duro en el pecho y se había mordido el labio al punto que le sangraba. Se incorporó como pudo. Al menos no sentía el aire del hechizo de locura, de modo que se habían alejado de la zona de influencia que había establecido McGowan. No había gente en el lugar, exceptuando por una pareja que estaba sentada cerca de una fuente y cuando los vio llegar a él y a su enemigo se quedaron quietos. Lucien miró a los presentes:
- ¡Vayánse de aquí! - ordenó mientras evitaba un nuevo ataque de Alester. Los muggles no lo pensaron demasiado y echaron a correr también. McGowan los tomó como sus nuevos objetivos y les disparó un hechizo que Lucien logró desviar conjurando uno que se interpuso en su camino.
- Métete con alguien de tu tamaño.
El mago oscuro volvió a poner una sonrisa desagradable y se puso en guardia para confrontarlo.
Lucien Thorn
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Re: Crossfire [Alazne Crowe]
Como todas las noches Alazne trabajaba como camarera y bailarina en uno de los bares mas conocidos por las noches, aunque pudiera parecer bastante indigno, la verdad es que el sitio le gustaba y le daba para vivir hasta que encontrara algo mejor. Y después de tantos meses de duro trabajo, los frutos empezaban a florecer.
Entró a la habitación que había encima del bar y se miró en el espejo mostrando una sonrisa cansada pero alegre al recibir el último sobre con la cantidad justa de dinero que necesitaba para poder abrir una tienda de antigüedades. Aquella idea le había hecho demasiada ilusión y las antigüedades, junto a su moto, era algo que le encantaba. Se pasó una toalla para retirar el maquillaje y el pintalabios rojo que había usado y cambió la minifalda y el corsé por una sudadera y unos vaqueros desgastados. Guardó el sobre en su bolsillo trasero y cogió su mochila mientras bajaba las escaleras y cogía el casco.
- Es hora de marcharme Bobby! Me temo que echarás de menos mi mano dura, pero sé que te las apañarás sin mi. -
Miró los ojos tristes del hombre y le dio una palmadita en el hombro. No se le daba bien eso de ser sentimental ni cariñosa, pero se esforzaba por serlo con Bobby, ya que era de las pocas personas que le había ayudado a lo largo de su vida. Aunque los demás solo vieran a un hombre viejo y solitario, para ella era mucho más. Se acercó a la máquina donde siempre dejaba su varita y se la tendió. Alazne siempre llevaba la varita encima bien escondida. Nunca sabías cuando la podías necesitar. Besó en la mejilla al hombre y salió a la fría noche en busca de su Harley Davidson, la cual estaba tan cansada que apenas recordaba donde la había dejado. A la joven le gustaban bastante las motos, aunque eran de muggles, le hacían sentirse libre.
Caminó rápido mirando las calles donde podía estar y entonces escuchó a alguien gritar. Su primera reacción era seguir adelante, encontrar su moto y largarse a casa, ya que al día siguiente tenía mucho trabajo que hacer. Pero su curiosidad siempre era mayor y tras ver salir corriendo a una pareja, aminoró la marcha y se acercó al sitio donde habían salido los tortolitos. Vio a un hombre en el suelo y a otro que le apuntaba con su varita, además el que estaba en desventaja había salvado a la pareja de resultar herida. "Mierda, mierda. Vamos, lárgate Alazne. No es problema tuyo, no necesita tu ayuda." Apuntó con la varita al que estaba de pie y pronunció el hechizo con claridad para que surgiera efecto, pero con cuidado de que no descubrieran donde estaba escondida.
- ¡Confundus! -
Era un hechizo bastante simple pero muy útil. Estaba detrás de uno de los contenedores, aunque no se había dado cuenta de eso hasta que lanzó el hechizo. Vio como impactaba en el hombre y se agachó para que no la vieran.
Off: Confundus - Confunde a una persona en su coordinación y estabilidad.
Entró a la habitación que había encima del bar y se miró en el espejo mostrando una sonrisa cansada pero alegre al recibir el último sobre con la cantidad justa de dinero que necesitaba para poder abrir una tienda de antigüedades. Aquella idea le había hecho demasiada ilusión y las antigüedades, junto a su moto, era algo que le encantaba. Se pasó una toalla para retirar el maquillaje y el pintalabios rojo que había usado y cambió la minifalda y el corsé por una sudadera y unos vaqueros desgastados. Guardó el sobre en su bolsillo trasero y cogió su mochila mientras bajaba las escaleras y cogía el casco.
- Es hora de marcharme Bobby! Me temo que echarás de menos mi mano dura, pero sé que te las apañarás sin mi. -
Miró los ojos tristes del hombre y le dio una palmadita en el hombro. No se le daba bien eso de ser sentimental ni cariñosa, pero se esforzaba por serlo con Bobby, ya que era de las pocas personas que le había ayudado a lo largo de su vida. Aunque los demás solo vieran a un hombre viejo y solitario, para ella era mucho más. Se acercó a la máquina donde siempre dejaba su varita y se la tendió. Alazne siempre llevaba la varita encima bien escondida. Nunca sabías cuando la podías necesitar. Besó en la mejilla al hombre y salió a la fría noche en busca de su Harley Davidson, la cual estaba tan cansada que apenas recordaba donde la había dejado. A la joven le gustaban bastante las motos, aunque eran de muggles, le hacían sentirse libre.
Caminó rápido mirando las calles donde podía estar y entonces escuchó a alguien gritar. Su primera reacción era seguir adelante, encontrar su moto y largarse a casa, ya que al día siguiente tenía mucho trabajo que hacer. Pero su curiosidad siempre era mayor y tras ver salir corriendo a una pareja, aminoró la marcha y se acercó al sitio donde habían salido los tortolitos. Vio a un hombre en el suelo y a otro que le apuntaba con su varita, además el que estaba en desventaja había salvado a la pareja de resultar herida. "Mierda, mierda. Vamos, lárgate Alazne. No es problema tuyo, no necesita tu ayuda." Apuntó con la varita al que estaba de pie y pronunció el hechizo con claridad para que surgiera efecto, pero con cuidado de que no descubrieran donde estaba escondida.
- ¡Confundus! -
Era un hechizo bastante simple pero muy útil. Estaba detrás de uno de los contenedores, aunque no se había dado cuenta de eso hasta que lanzó el hechizo. Vio como impactaba en el hombre y se agachó para que no la vieran.
Off: Confundus - Confunde a una persona en su coordinación y estabilidad.
Alazne Crowe
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Re: Crossfire [Alazne Crowe]
A pesar de que había logrado salvar a la pareja de muggles del maleficio de McGowan, el mago oscuro pronto llevó su atención a Lucien que aún seguía en el suelo, Alester fue muy rápido y casi no le dio tiempo a reaccionar con su varita... Hasta que Thorn se dio cuenta de que el hombre estaba apuntando a otro sitio, un par de metros a un costado de él. Allí no había absolutamente nada... El Amet frunció el ceño, extrañado.
- Y ahora te mataré, perro del Ministerio... ¡Avada Kedavra! - el rayo verde de la Maldición Asesina salió de la varita del hombre y terminó chocando, inofensivamente, contra el suelo de piedra de la plaza, sin dañar a nadie.
"Un encantamiento Confundus" pensó Lucien, era la única manera de que Alester hubiese tenido un error tan grosero y creyese que su posición era donde acababa de atacar. El hombre no perdió tiempo y, con un ágil movimiento de su varita apuntó a su oponente y mencionó:
- Expelliarmus! - un haz de luz dorada salió de ella y dio de lleno en la mano de McGowan, haciendo volar su varita por el aire varios metros y desarmándolo. Y antes de que su rival tuviese la oportunidad de saber qué estaba pasando, Lucien conjuró, en voz fuerte y clara: - ¡Desmaius!
El rayo de luz roja dio de lleno en el pecho de McGowan y lo terminó dejando completamente fuera de combate, inconsciente sobre el suelo, tal fue la fuerza del hechizo que incluso lo desplazó un par de metros hacia atrás. Lucien tuvo que contenerse para no lanzarle un Avada Kedavra o algo peor en ese momento, pero sabía que no debía hacerlo. No era el camino de un Amet, por lo que simplemente optó por conjurar un Incarcerous que lo envolvió en gruesas cuerdas negras para que ya no se moviera en el caso de recuperar la consciencia, así como para facilitar el transporte del prisionero, aunque dudaba que lo primero sucediese. Había puesto demasiada fuerza de voluntad en su hechizo y por ende había sido especialmente poderoso.
Thorn se incorporó del suelo y se sacudió un poco el polvo de la ropa. Odiaba la suciedad en sus prendas. Se mantuvo quieto durante un momento. Alguien tenía que haberle lanzado un Confundus a Alester, sino no se explicaba su repentino error.
El hombre comenzó a caminar por la plaza, tratando de buscar a quien lo había conjurado, podría revelar fácilmente la posición de la persona con un Homenum Revelio, pero no sería educado de su parte, no después de que esa misma persona, aparentemente le salvó el pellejo con un encantamiento bien dirigido.
- Sea quien sea quien le haya lanzado el Confundus a McGowan...- dijo en voz alta para que la persona lo oyese si seguía ahí- Puede salir del escondite... El peligro ya ha pasado.- prefería que el mago o la bruja responsable de eso se presentase por sí mismo.
- Y ahora te mataré, perro del Ministerio... ¡Avada Kedavra! - el rayo verde de la Maldición Asesina salió de la varita del hombre y terminó chocando, inofensivamente, contra el suelo de piedra de la plaza, sin dañar a nadie.
"Un encantamiento Confundus" pensó Lucien, era la única manera de que Alester hubiese tenido un error tan grosero y creyese que su posición era donde acababa de atacar. El hombre no perdió tiempo y, con un ágil movimiento de su varita apuntó a su oponente y mencionó:
- Expelliarmus! - un haz de luz dorada salió de ella y dio de lleno en la mano de McGowan, haciendo volar su varita por el aire varios metros y desarmándolo. Y antes de que su rival tuviese la oportunidad de saber qué estaba pasando, Lucien conjuró, en voz fuerte y clara: - ¡Desmaius!
El rayo de luz roja dio de lleno en el pecho de McGowan y lo terminó dejando completamente fuera de combate, inconsciente sobre el suelo, tal fue la fuerza del hechizo que incluso lo desplazó un par de metros hacia atrás. Lucien tuvo que contenerse para no lanzarle un Avada Kedavra o algo peor en ese momento, pero sabía que no debía hacerlo. No era el camino de un Amet, por lo que simplemente optó por conjurar un Incarcerous que lo envolvió en gruesas cuerdas negras para que ya no se moviera en el caso de recuperar la consciencia, así como para facilitar el transporte del prisionero, aunque dudaba que lo primero sucediese. Había puesto demasiada fuerza de voluntad en su hechizo y por ende había sido especialmente poderoso.
Thorn se incorporó del suelo y se sacudió un poco el polvo de la ropa. Odiaba la suciedad en sus prendas. Se mantuvo quieto durante un momento. Alguien tenía que haberle lanzado un Confundus a Alester, sino no se explicaba su repentino error.
El hombre comenzó a caminar por la plaza, tratando de buscar a quien lo había conjurado, podría revelar fácilmente la posición de la persona con un Homenum Revelio, pero no sería educado de su parte, no después de que esa misma persona, aparentemente le salvó el pellejo con un encantamiento bien dirigido.
- Sea quien sea quien le haya lanzado el Confundus a McGowan...- dijo en voz alta para que la persona lo oyese si seguía ahí- Puede salir del escondite... El peligro ya ha pasado.- prefería que el mago o la bruja responsable de eso se presentase por sí mismo.
Lucien Thorn
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