¿Y qué gano yo con todo esto? |- Redmond Necker-|

La búsqueda de la perfección parecía infinita, siempre que parecía encontrar una supuesta fuente de poder, está siempre lograba desaparecer cuando Redmond trataba de encontrarla. Pero, últimamente rumores corrían de oreja a oreja en el mundo mágico; una mujer que rompía las barreras de lo que se entendía por el concepto de común. ―Burke― Dijo mientras apoyaba sus brazos en la mesa. Las horas de aquel martes transcurría muy lento, Redmond saco del bolsillo el reloj, que marcaba las once con un cuarto de hora de la noche. Se enderezó en la silla y giro en la misma para tener una vista de toda la ciudad de Londres desde la ventana panorámica ―Se acerca la hora― Hablo para sí mismo mientras apreciaba el bello panorama nocturno, dejo su encantadora silla para tomar una decisión decisiva sobre su vida. Tomo el sombrero de la mesa, se cercioro que cargaba consigo la varita. Con un movimiento de la varita, las luces de la habitación se apagaron y luego se escuchó un fuerte “¡Crack!”

Redmond apareció en las afueras de la Ciudad Subterránea, camino por todo el túnel hasta llegar a su verdadero destino, sabía que este lugar era constantemente visitado por personas que trabaja con magia oscura. Pasaban los minutos y Redmond no lograba encontrar a dicha mujer “Como siempre, rumores falsos” Pensó mientras observaba el reloj que marcaba más de la medianoche. Solo le faltaba por recorrer aquel viejo hotel, buscaba lentamente por cada piso, sin embargo no encontraba a la mujer. Ya estaba por rendirse, subía por las escaleras de la terraza, y observo algo. Alguien estaba relajándose en una hamaca a la luz de la luna, con una copa en la mano. Se acercó de manera discreta y al faltar dos metros hablo ―Buenas noches, madame Burke―