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Crashing Skies | Privado, Robert H.
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Crashing Skies | Privado, Robert H.
Whitley Bay, Inglaterra
Ubicacion exacta ???
Ubicacion exacta ???
Había sido un viaje terriblemente largo y era mejor que valiera la pena, la seguridad había estado hasta arriba en su lista de prioridades pero tampoco había estado dispuesto a hacer sacrificios tan grandes, aunque había querido mantener un perfil bajo en su llegada al lugar sin embargo tampoco se pensaba arriesgar del todo, había reunido solo un par de hombres que lo llevaran hasta el lugar y una vez lo dejaran se alejarían de ahí, según lo que le habían dicho en una ocasión, era mejor evitar alterar a la persona con quien se iba a encontrar, no tenía idea de quien era y mucho menos si era realmente la clase de persona que decía ser, pero se encontraba en una situación que se estaba tornando desesperante y estaba dispuesto a recibir cualquier tipo de ayuda, claro, cualquier ayuda “normal” ya había tenido suficiente con los mágicos y sus estragos.
—Señor ¿Está seguro de esto?— Preguntó uno de los escoltas que venían con él en el auto —Ya no estoy seguro de nada, pero supongo que se puede intentar obtener ayuda— Le respondió al escolta y después de eso les dio instrucciones de mantenerse alejados del lugar, a espera de su llamado para recogerlo una vez acabaran la reunión.
El auto se alejó con los escoltas dentro y Nicholas se quedó ahí, parado en lo que parecía ser el medio de la nada, no estaba del todo seguro de lo que fuera a pasar, pero de lo que si estaba seguro era que no estaba solo en ese lugar.
Invitado
Re: Crashing Skies | Privado, Robert H.
Dos noches atrás
Londres, Inglaterra
Londres, Inglaterra
El mundo se estaba sacudiendo demasiado, la prensa mágica lo había puesto de manifiesto en sus últimas ediciones de El Profeta y él estaba más que enterado, de hecho… todo lo que ocurría lo había previsto de alguna manera según los patrones observados y todo esto servía para que él desconfiara cada vez más del famoso Ministerio de la Magia y su capacidad para manejar el mundo. Supuestamente eran mejores, más ‘evolucionados’ y ‘perfectos’, pero mes a mes desde que Robert había ingresado como cadete al ejército norteamericano hasta la actualidad, todo empeoraba avanzando hacia una casi irremediable guerra cuyo final era impredecible. No hace mucho había tenido la oportunidad de hablar con una funcionaria de esa entidad mágica y aquella charla tan solo había apoyado sus teorías, de los labios de aquella mujer había oído que todo estaba bastante mal y que al poder no había más que una manga de ineptos peores que monos de circo, ¿cómo explicaban que una autoridad máxima muriera así tan sádicamente? Con algo así, ¿el mundo podría sentirse seguro? Y mientras esas cosas pasaban por su cabeza, el habano se consumía entre los dedos del castaño mientras que sus ojos descansaban en el danzar de las llamas, cuya coreografía se realizaba sobre tres troncos en la chimenea ubicada justo frente al sofá en el cual se encontraba. El golpeteo de la lluvia se oía tímidamente en la ventana, pero él no se percataba de ello, pues su cabeza estaba demasiado ocupada como para prestar atención a un fenómeno climático tan típico de esos días.
Era pasada la medianoche y se había terminado ya su segundo vaso de whisky, estaba cansado y un poco maltrecho, pues la noche anterior había estado en una misión que por poco falló a causa del error de un novato, pero por fortuna no hubo pérdidas que lamentar y tan solo heridas que curar, como el balazo que había perforado su brazo izquierdo. Se había medicado con calmantes y la mezcla con el licor habían resultado, para su beneficio, en un perfecto efecto analésico. No esperaba interrupciones, tan solo quería acabarse ese habano e irse a dormir, pero entonces sonó la puerta. Cerró los ojos y suspiró. No tenía que pensar demasiado sobre quién era, obviamente se trataba de Fénix, su asistenta y subalterna -Robert… ¿estás despierto?- preguntó la muchacha acercándose, venía sola y traía un archivo en la mano. -Quisiera no estarlo- respondió y le dio una calada a su puro para luego botar el humo lentamente. -¿Por qué estás aquí a esta hora?- inquirió el castaño alzando una ceja y mirándola de reojo en cuando ella estuvo a su lado. -Porque hay un asunto importante que debes atender… y yo no puedo irme a dormir cuando esas cosas pasan...- dijo ella extendiéndole el archivo. -Es el primer ministro… quiere verte- agregó y lo miró con expectación. -¿Qué?- el mayor miró el archivo y luego a ella fijamente -¿Cómo demonios llegó el primer ministro a enterarse de nosotros?, ¿qué quiere?- no podía decir que no le daba un poco de temor el hecho de que una autoridad así lo contactara, jamás había pasado y nunca lo habría esperado. -No lo sabemos, Robert, pero sus intenciones no nos perjudican, dio a entender que necesitaba ayuda, pero no especificó nada... de todos modos es seguro o yo no estaría aquí- dijo la muchacha encogiéndose de hombros para después extenderle el papel con la información de la cita, la cual se llevaría a cabo en Whitley Bay en el cuartel ubicado en una cabaña junto a la playa. Luego de eso lo dejó a solas, de ahí en adelante el caso estaba en mano del líder.
11:00 am
Cabaña de la playa, Whitley Bay
Cabaña de la playa, Whitley Bay
Había arribado una hora antes del encuentro con cinco hombres, todos armados con lo justo y necesario. Le parecía curioso tener una reunión con el primer ministro, ¿qué era tan urgente e importante como para que él tomara una medida tan desesperada como contactarlo a él y a sus hombres? La instalación estaba en perfecto estado, Robert tan solo tuvo que ordenar un poco el pequeño salón en donde estaría con el señor Mahoney y luego se dedicó a observar el océano que se agitaba unos metros más allá del ventanal. Era una vista relajante, el mar era una de las cosas que más le gustaban y estaba seguro de que, cuando se retirara de todo, aquel cuartel íba a convertirse en su casa, pues de todos modos lo era, solo que estaba adaptado para servir de instalación para los Black Berets. Y mientras se llenaba de aire marino, sus hombres se ubicaban en puntos estratégicos con la intención de vigilar y evitar que cualquier intruso fuese a meter su nariz por allí.
-General, el paquete está en casa- informó uno de los centinelas por el comunicador y el castaño asintió torciendo una leve sonrisa. -Está bien, Chris… hazlo pasar- pidió a otro de los muchachos que estaba disfrazado de civil para pasar lo más inadvertido posible. El muchacho se acercó al primer ministro y le hizo un gesto para que siguiera el sendero que comunicaba con la entrada principal de la cabaña, dándole a entender que estaba abierto y que el hombre al cual buscaba estaba allí dentro. -Tío Sam en camino- informaron cuando Nicholas emprendió camino una vez señalado el sitio al cual debía ir. -Recibido. Cambio y fuera- y dicho eso Robert apagó el comunicador para asegurar la confidencialidad de la conversación y aguardó a que la autoridad ingresara en la cabaña. Trataba de no predisponerse a lo que pasaría si sacar conclusiones apresuradas de los motivos que habían traído al primer ministro a un lugar que quedaba a cinco horas de Londres.
Robert Hegel
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Re: Crashing Skies | Privado, Robert H.
No podía evitar sentir una mezcla de emociones, en parte sentía algo de curiosidad, solo había oído ligeramente de este grupo y aun así todo lo que concernía a ellos estaba rodeado de misterio, y tampoco podía evitar una ligera carga de nervios, no tenía idea de que esperar, que comentarios oír ni que reacciones iba a tener en esta reunión, pero también mantenía una pizca de optimismo, después de todo esta reunión no podía ser peor que sus “reuniones” con la ya difunta ministra de magia, no podía negar que había intentado más de una vez tener un poco más que relaciones de convivencia pacífica con los mágicos, había querido poder trabajar con ellos, después de todo por mas magia que tuvieran no dejaban de ser ciudadanos Ingleses y por tal motivo debían mostrar un poco más de comprensión ante las constantes amenazas que incluso ellos desataban en el mundo pero su ministra jamás había mostrado una actitud muy positiva a la hora de trabajar con Muggles, para ella la magia era más que poder era autodenominarse superior sobre todos y todo, no podía olvidar todas las veces que ella a penas y se dignó a entrar a su oficina por un par de minutos antes de abandonar el lugar alegando que estaba perdiendo su valioso tiempo, pero en fin, todo esto ya era algo del pasado, los mágicos ya no eran la mejor opción para trabajar en conjunto, debía buscar dentro de su propia gente y eso era lo que llevaba a estar en este lugar, buscar Muggles que no hicieran lo que todos hacían, si bien todo estaba rodeado de misterio, debía entrar y buscar ayuda o más que ayuda cooperación con aquellos que estaba a punto de conocer.
Ante la llegada de aquel sujeto no hizo más que asentir y empezar el recorrido hacia la ubicación que desconocía realmente, a simple vista parecía una cabaña cerca al mar, no podía evitar mirar de reojo sus alrededores mientras caminaba hacia la entrada, el lugar estaba sospechosamente desolado pero eso solo era señal de que debían estar rodeado por quien sabe cuántos más, antes de entrar a la cabaña solo miro al sujeto que lo había escoltado, asintió y entró al lugar, a la espera de algún movimiento, alguna palabra, alguna señal
Ante la llegada de aquel sujeto no hizo más que asentir y empezar el recorrido hacia la ubicación que desconocía realmente, a simple vista parecía una cabaña cerca al mar, no podía evitar mirar de reojo sus alrededores mientras caminaba hacia la entrada, el lugar estaba sospechosamente desolado pero eso solo era señal de que debían estar rodeado por quien sabe cuántos más, antes de entrar a la cabaña solo miro al sujeto que lo había escoltado, asintió y entró al lugar, a la espera de algún movimiento, alguna palabra, alguna señal
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